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viernes, 16 de agosto de 2013

¿De qué se trata la piromanía?

La piromanía es un trastorno o enfermedad psicológica de trastorno del control de los impulsos, que produce un gran interés por el fuego, cómo producirlo y observarlo.
La sintomatología esencial es producir incendios de forma deliberada y consciente en más de una ocasión conllevando una importante tensión y activación afectivas antes del incendio con una gran liberación e intenso placer o alivio al encender el fuego, presenciarlo o al participar en sus consecuencias.




El perfil del pirómano


El perfil del pirómano es un varón joven, con una historia personal de 
frustraciones y desajustes emocionales, mal rendimiento escolar y profesional, y frecuentemente con otros trastornos psiquiátricos o defectos físicos. La conducta pirómana sirve como un alivio a situaciones de vacío existencial, aburrimiento, frustración, rabia o deseo de protagonismo y es frecuente, según este especialista, el uso de alcohol u otros tóxicos que, con frecuencia, actúa como desencadenante del comportamiento alterado.

Gil-Martínez también coincide en que a este trastorno, que se va consolidando desde la infancia, se le une generalmente un cociente intelectual bajo y una personalidad aislada y poco sociable con dificultades para el aprendizaje. Algunos de ellos llegan a mostrarse indiferentes aunque el daño realizado haya significado la muerte de una persona, según el psicólogo, que indica que algunos de ellos buscan relacionarse con el departamento de bomberos, al que no pueden acceder debido a sus problemas intelectuales. De ahí que en ocasiones "se hacen voluntarios", argumenta.





Historia, Síntomas y Estadísticas de la piromanía

Empezando en 1850, ha habido variados argumentos para la causa de la piromanía. Ya sea en cuanto a si la condición surge de una enfermedad mental o de una deficiencia moral ha cambiado dependiendo en el desarrollo de la psiquiatría y el cuidado de la salud mental en general.

Los pirómanos son conocidos por tener sentimientos de tristeza y soledad, seguidos por ira, los cuales llevan a iniciar incendios como una salida.Para un diagnostico positivo, debe haber provocado un incendio de forma consciente en al menos dos ocasiones. Esto es por el solo hecho de hacerlo, no
por alguna otra motivación.

La piromanía es un desorden mental muy raro, y los pirómanos representan una muy pequeña proporción de las admisiones a hospitales psiquiatricos.



El relato de un pirómano


¿Qué sabemos de la piromanía?

La piromanía se cataloga en las clasificaciones diagnósticas actuales (DSM-IV y CIE -10) dentro el grupo de trastornos de control de impulsos, como la cleptomanía o el juego patológico, trastornos en los que la característica principal consiste en la dificultad para resistir un impulso, una motivación o una tentación de llevar a cabo un acto perjudicial para la persona o para los demás.
La piromanía se define como la presencia de múltiples episodios de provocación de incendios de forma deliberada e intencionada, en los que la persona experimenta tensión o activación emocional antes de provocar el incendio. Suele existir una fascinación por el fuego, sus contextos y sus consecuencias. Muy a menudo, se trata de «vigilantes» del fuego apreciados por las instituciones, el equipo y el personal asociado con la extinción de incendios. Las personas con este trastorno experimentan bienestar, gratificación o liberación de la tensión cuando encienden el fuego, presencian sus efectos devastadores o participan en sus consecuencias. En la provocación del incendio no existe una motivación económica ni responde a otros síntomas, aunque en el trastorno de la personalidad antisocial, la provocación de incendios puede ser un síntoma frecuente.

La mente del piromaniaco


Son personas que disfrutan provocando fuegos y contemplando sus consecuencias. El incendio que provocan no lo hacen buscando beneficios económicos ni como respuesta a una ideología ni para expresar cólera o venganza. El piromano suele estar activo y tenso antes de provocar el fuego y experimenta una gratificación o liberación cuando el fuego se inicia o cuando observa o participa en sus consecuencias. 


Muchos de ellos participan como voluntarios dispuestos a ayudar en la extinción del fuego que ellos mismos han provocado.



¿Es posible su tratamiento?


Respecto al tratamiento, existen pocas alternativas ya que los pocos estudios llevados a cabo se basan en casos clínicos y ensayos clínicos abiertos. Se trata de un trastorno poco frecuente y quien lo padece muy rara vez busca ayuda por temor a las consecuencias legales o falta de conciencia y arrepentimiento sobre el problema. Se ha sugerido que estas personas podrían presentar anomalías en la transmisión de la serotonina, aunque es posible que existan otras alteraciones neurobiológicas, ya que varios informes sobre casos clínicos han observado una respuesta a medicación antiandrogénica y a algunos antipsicóticos. El uso de algunos fármacos empleados en otros trastornos del control de impulsos junto con la terapia de conducta destinada a la identificación y discriminación de los impulsos, su contención y reestablecimiento de nuevas conductas, serían las bases del tratamiento a seguir.